Políticas ecologistas generan un colapso de la economía de Sri Lanka: Desabastecimiento, crisis energética y default.

El país atraviesa la peor crisis desde su independencia en 1948. El Gobierno socialista llevó al desastre económico tras forzar la agricultura orgánica, que dejó al país sin comida y sin importaciones.

INTERNACIONALES 19 de mayo de 2022 Karukinka Noticias Karukinka Noticias

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El presidente socialista Gotabaya Rajapaksa llevó a Sri Lanka a un desastre económico y social sin precedentes en el país, y el país atraviesa su peor crisis desde la independencia del Reino Unido en 1948.

Tras su victoria en las urnas en el año 2019, el actual Gobierno prometió llevar una insólita y muy poco convencional transición “ecológica” hacia una “agricultura orgánica” en un lapso de 10 años, sin embargo, en los primeros 3 años de estas medidas, la economía entera ya colapsó.

La economía de Sri Lanka se especializa en la producción de materias primas, así como la fabricación de productos textiles e indumentaria con una fuerte dependencia de los recursos primarios propios. La transición hacia la agricultura orgánica con criterios pseudocientíficos y métodos preindustriales provocó una violenta crisis económica, que desencadenó una crisis energética y obligó al Gobierno a incurrir en un default de la deuda pública al quedarse sin reservas. 

Una política “verde” que colapsó al país en tiempo récord

Hacia el mes de mayo de 2021, el Gobierno socialista decretó la prohibición total de la importación y el uso de fertilizantes sintéticos, así como también los pesticidas naturales. El fundamentalismo ecológico llegó a un extremo y pretendió forzar la transición a través de una prohibición del Estado, en vez de incentivos, como por ejemplo quitarle impuestos a los pesticidas naturales.

Este cambio supuso una ruptura extrema con el modelo que, hasta 2021, se venía aplicando en Sri Lanka. Los Gobiernos predecesores suscribieron a un amplio programa de subsidios económicos para los fertilizantes, que llegaron incluso a representar a más del 50% de todo el gasto gubernamental en agricultura durante el año 2020. En solo pocos meses y de forma brusca, se revirtió de una política de subsidios económicos para fomentar el uso de un producto a una prohibición total de ese bien.

Además, y siguiendo la retórica socialista, el Gobierno activamente promovió la apertura de huertas orgánicas en viviendas pequeñas, como una supuesta medida para apaliar el hambre y la pobreza alimentaria en el país.

El impacto sobre la agricultura fue catastrófico, afectando a casi el 25% de la población de Sri Lanka que se dedicada enteramente a este sector. La productividad se derrumbó a los niveles irrisorios, la producción del campo prácticamente cayó a cero y se generó una profunda depresión económica que se ramificó al todo el sistema.

 La recesión económica destruyó el saldo exportable del país, por lo que las importaciones ya no pudieron ser pagadas con entradas de divisas provenientes de exportaciones.

Este hecho fue la génesis de la crisis energética que hoy atraviesa el país. En poco más de 2 años, Sri Lanka se quedó sin comida, sin producción de granos, sin productos importados y consecuentemente, sin energía.

El propio Gobierno reconoce que el país ya no tiene divisas suficientes como para hacer frente a la importación de combustible, y las fuerzas de seguridad empezaron a abrir fuego contra los manifestantes que llevan semanas en las calles reclamando un cambio de rumbo.

Solamente en la semana pasada, ya se registran hasta 300 muertos por la represión de las protestas contra el Gobierno. Lamentablemente, el pueblo srilankés tuvo que aprender sobre la perversidad del socialismo por las malas.

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