El poder de la agenda: decir futuro.

POLÍTICA27 de febrero de 2022Karukinka NoticiasKarukinka Noticias

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Natalia Jañez Delegada Comite Nacional en Unión Cívica Radical.

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La complejidad de la situación en la Argentina es de urgencia. El concepto de crisis se ha convertido en un significante que por repetido ha dejado de tener capacidad explicativa. Cuando algo explica todo, termina no explicando nada. Si la idea de crisis no nos ayuda a representar con el contraste suficiente lo que nos pasa, ¿por dónde tenemos que empezar a despejar la presión que continuamente el presente ejerce sobre todos nosotros?

Tenemos que empezar por dejar de repetirnos. Las cosas se agotan cuando las repetimos incansablemente, transformándolas más bien en algo parecido a “quejarse” que en un debate público que vaya del diálogo a la acción. Si la crisis no está dando como resultado una acción de modificación radical y profunda, entonces el desafío no está en la coyuntura que tiene cierta evidencia, sino en el nivel de la imaginación, de la creatividad, de la innovación.

La crisis ya no explica lo que nos pasa porque vivimos en crisis permanente. El ser humano siempre tiende a normalizar, a naturalizar lo que sucede para no verse atascado en la cotidianeidad de su vida diaria. Cargar con la crisis de manera sistemática (atosigarse todo el día con esta idea) sólo generaría un estado de malestar psicológico generalizado, lo cual redundaría en una incapacidad de poder procesar de manera colectiva las emociones y los instintos que nos han dejado la sindemia y su mayor expresión que es la malaria económica.

Pero también necesitamos ver algo fundamental en nuestro presente: está absolutamente construido por fragmentos del pasado. La crisis siempre hace referencia a hechos que ya sucedieron, a cosas que forman parte de la historia inmediata o más lejana, pero historia al fin. Ése es el anclaje temporal que necesitamos romper: el enamoramiento de un sector de los argentinos por querer caminar hacia adelante, pero viendo hacia atrás. Si queremos avanzar en la solución de los problemas, hay que poner la vista al frente y dejar que sea el espejo retrovisor el que marque el rumbo.

La política funciona a condición de estar llena de futuro, no porque juegue a las adivinanzas o porque pueda predecirlo según artes misteriosas de adivinación mística, sino porque la aspiración fundamental de toda persona humana es la de tener futuro. Futuro y progreso. Los seres humanos siempre queremos avanzar, no nos gusta quedarnos donde estamos o peor aún, estancarnos. Entonces, lo que necesitamos con urgencia es hacer que nuestra crisis empiece a construirse con fragmentos del futuro, con fragmentos de aquello que pensamos que puede darse si ponemos el sentido de lo que hacemos en esa dirección.

Por eso, el marco de la propuesta política que nos saque de esta situación, es un marco de futuro, es pura ambición de futuro. Es un camino que no duda de que ésa es la dirección que necesitamos en nuestra vida como país. No podemos seguir mirando procesos de hace 50 años para solucionar lo que nos sucede hoy: ése es el máximo error del actual gobierno nacional. Como siempre mira para atrás, pero quiere seguir hacia adelante, lo único que hace es estancarse. Es como querer hacer una película filmando con la cámara al revés.

El marco de la agenda que necesitamos es el futuro, es hacia donde hoy está yendo el mundo con el 5G, la internet de las cosas, las economías basadas en el cuidado del ambiente, la innovación, el valor agregado, el teletrabajo, la economía del cocimiento, la diversidad de la matriz productiva, etc., etc.

Superar el presente es decir el futuro, ésa es la agenda que nos debemos. Tiene un aspecto técnico cuyo contenido no podemos lógicamente desarrollar en esta nota, pero también necesita de otra actitud subjetiva por parte de la política y por parte de la ciudadanía. Necesitamos otra simbiosis social cuando interaccionamos en los espacios públicos.

Necesitamos para esta nueva agenda entender que los temas valiosos para la opinión pública no van ni de los medios ni de la política hacia la gente, sino que hay una interacción entre distintas agendas que se generan en distintos puntos de la sociedad. La agenda pública es también una red, y en ese carácter público y evolutivo reside su poder de transformación. Vivimos en sociedades complejas, lo cual nos impone el desafío de abandonar las miradas tradicionales y abrazar lo plural, lo dinámico, lo diverso, lo nuevo.

Hay que dejar de discutir espacios para empezar a discutir soluciones y propuestas. El poder no está en la rosca: está en la gente y en nuestra capacidad para construir no una oferta electoral, sino un gobierno con capacidad de sacar a la Argentina del retraso y la decadencia. Derrotar la incertidumbre del presente es construir las decisiones del futuro. Ése es el diálogo que nos va a empoderar para hacer lo que sabemos que hay que hacer.

Juntos por el Cambio necesita instalar otra agenda cuyo eje no sean las miradas tradicionales. La argentina necesita un camino de reformas permanentes, pero enmarcado en un shock que es el cambio cultural que encuadre ese proceso. A la coyuntura con reformas, a los defectos estructurales con shock cultural.

Esa agenda, si la encaramos y la hacemos carne en el debate interno de la coalición, abandonando el status quo, la podemos representar y ganar la discusión de la orientación social de la Argentina de cara a la gente. Eso necesita de partidos hiperactivados y con ambición de representar más, de anclarnos en el siglo XXI para que nos oriente la ambición de futuro y no los condicionamientos del pasado.

La necesidad de renovar la agenda también tiene que ver con que no podemos seguir viviendo en una sociedad que vive “a pesar” de su clase dirigente, y que ésta en respuesta vive a espaldas de ella. Esa dialéctica que podemos resumir en un “es lo que hay” del lado de la gente, y un “no me importa” del lado de la dirigencia nos lleva a un callejón sin salida donde todos perdemos, donde fundamentalmente perdemos quienes más necesitamos de la política. Desde luego, es más grave en la responsabilidad que le toca al sector político, en tanto y en cuanto, éste encuentra su sustento en la gente, se debe a ella.

Necesitamos entender que todo futuro siempre fue mejor.

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