El enigma Massa y la Argentina repetida.

La escena es muy conocida: un joven periodista de la ciudad de Metrópolis, al ver algún crimen o tragedia en curso, sale corriendo hacia algún callejón donde nadie pueda verlo y comienza a desajustarse el prolijamente filmado nudo de su corbata: en su pecho se ve algo parecido a una S, pero que en realidad es un río que fluye expresando profundos significados de su mundo de origen: el planeta Kriptón. Rápidamente se ve a un hombre disfrazado de azul con una exuberante capa roja salir volando tan velozmente como lo haría un avión de combate.

POLÍTICA02 de agosto de 2022Karukinka NoticiasKarukinka Noticias

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Desde luego, estamos hablando de Clark Kent y de su transformación en Superman. ¿Se imaginan la escena inversa? Es decir que en vez de ir de Clark Kent hacia Superman, fuésemos de Superman hacia Clark Kent. Sería imposible porque un superhéroe siempre muestra cómo lo sobrenatural, sus poderes, su fuerza surgen en una transformación que por simple no evita su impacto simbólico ni la insinuación de su increíble capacidad para resolver cualquier crisis que se pueda presentar. 

Algo así es la narrativa que estamos viviendo con el recientemente incorporado ministro Sergio Massa. Su estado “Clark Kent” era el de Presidente de la Cámara de Diputados, y su forma “Superman” es la de Ministro de Economía. Sin embargo, como sabe hasta un niño de 5 años, la condición de un superhéroe no es su traje ni lo que dice ser, sino sus superpoderes, sus habilidades sobrenaturales, aquello que hace que sea algo extraordinario y no alguien del montón. ¿Cuáles serían entonces los “superpoderes” del nuevo Ministro?

Demos un dato antes de dar la respuesta: es cierto que cuando el Ministerio de Economía era Ministerio con todas las letras, también poseía dentro de su esfera Desarrollo Productivo, y Agricultura, Ganadería y Pesca, sin embargo, lo que no se publicita con tanto énfasis, y sería en realidad el quid de la cuestión, es que la Secretaría de Energía representa apróximadamente el 80% de lo que solía ser aquel robusto Ministerio.

Sumemos otro elemento al razonamiento: Martín Guzmán, el ex ministro (a secas, sin ningún superpoder), se fue fundamentalmente porque no podía alinear a dicha Secretaría con la política económica que él entendía debía realizarse (corregir las tarifas en lo que a ésa área respecta). Existe también aquel bochornoso episodio donde Guzmán quiso expulsar a Darío Martínez (titular de la Secretaría de Energía) y el echado casi termina siendo él…

Entonces más que súper ministerio, estaríamos ante un intento de recomponer la cartera que Néstor Kirchner supo desarmar para no engendrar otro Cavallo, es decir, un ministro que por su paradójica capacidad de ser buen ministro, tome protagonismo político. Al menos hasta la redacción de estas líneas, Massa sigue sin lograr que dicha Secretaría, eje fundamental por lo que representa en la botonera económica y por ser la principal fuente de déficit en la actualidad (USD12 mil millones), pase a manos de alguien de su propia confianza.

Cuando el gobierno decidió darle el Ministerio de Economía a alguien que profesionalmente proviene del Derecho y no de la Economía, dio por sentado (queriendo o sin querer), que el problema era político más que económico. De hecho, la baja de los dólares paralelos a precios que rondan los $290, tiene que ver con una expectativa que descansa más que en las capacidades económicas de Massa, en sus habilidades políticas.

Pero justamente, si el problema es político, la solución también es política, ¿y cuál es esa solución tan misteriosa y tan fundamentalmente necesaria que nos demanda la actual coyuntura? Estabilizar el sistema político, apuntar a una dirección de salida de la crisis que sea creíble para todos los actores de la economía: desde los simples consumidores que van a un almacén, hasta los empresarios que producen a nivel industrial. Chicos y grandes, todos adentro.

Justamente lo que la crisis produce es un problema general de caos, de falta de camino, de ausencia de una hoja de ruta: ahí está la tarea de la política. La política tiene que venir y decir: “vamos hacia allá, en ese lugar está el futuro que necesitamos para salir del presente que padecemos”. Ciertamente porque el futuro se nos hace absolutamente impredecible e incierto, es que el presente toma la forma de algo tan desordenado. Necesitamos un mínimo de previsibilidad.

Si tuviéramos que decirlo en términos de gestión, diríamos que necesitamos que a la crisis la gobierne el Estado y no los problemas estructurales. Necesitamos que la política gobierne la crisis, y no que la crisis gobierne a la sociedad. 

Si la política sigue esquivando las soluciones, si la dirigencia legitimada democráticamente apuesta por su éxito electoral o por su coherencia ideológica en vez de elegir el bienestar de nuestra comunidad, de nuestro país, entonces probablemente debiéramos tener una idea suspicaz y de sospecha y preguntarnos por qué Cristina Fernández se niega a darle a Massa los elementos necesarios para poder afrontar cabalmente las decisiones que un país con una inflación del 64% y en ascenso, y con una pobreza que ya supera holgadamente el 50% necesita.

La hora demanda la gestualidad de la política, pide un rumbo, diálogo. Demanda más que un shock económico, un shock político que rehabilite al sistema político para que recupere la potencia de decidir y de conducir la crisis. Lo que trasluce la crisis económica que padecemos, más que un problema técnico propio de la economía, es un déficit de conducción política. Indudablemente se han cometido errores desde la planificación económica, pero la profundidad estructural de nuestros problemas viene pura y exclusivamente de la política.

Volviendo a la metáfora de los superhéroes, entonces tendríamos que decir más bien, que Sergio Massa es todavía un “Clark Kent” que intenta convertirse en “Superman”. La posibilidad de un final feliz para esta película que se llama Argentina, y de la que todos somos protagonistas reside, según lo que nos ha presentado el gobierno nacional, en que finalmente esta conversión llegue a buen puerto.

Autora: Natalia Jañez

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