¿Qué pasaría si les quitáramos el móvil a los jóvenes?.

¿Qué pasaría si les quitáramos a los jóvenes de entre 15 y 24 años el móvil durante una semana? Varias universidades españolas han llevado a cabo este experimento. Descubre a continuación lo que ha sucedido.

ACTUALIDAD 03 de octubre de 2022 Karukinka Noticias Karukinka Noticias

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De media, los jóvenes pasan unas cinco horas al día conectados a sus dispositivos móviles. Cuatro de ellas las dedican a las redes sociales. Su preferida es TikTok, aplicación que no utilizan únicamente como medio de entretenimiento e interacción. Es, también, el canal que más les agrada para mantenerse informados.

Hemos llegado a un punto en el que las nuevas tecnologías ya no son tan nuevas, puesto que tenemos generaciones enteras que han nacido y crecido con ellas. Los nativos digitales se asoman al mundo a través de los móviles y desarrollan incluso sus identidades a través de las pantallas. Aprenden, se relacionan y se entretienen mucho más en ese universo de algoritmos que en el mundo real.

Mientras, los que conocimos esta sociedad sin internet ni Tinder advertimos a nuestros adolescentes de los peligros que se derivan de su abuso. Conseguimos, a duras penas, que regulen su uso y que tengan cuidado con aquello que exponen de sí mismos mientras están en línea. Sabemos que esos recursos son el futuro y que nos hacen a todos la vida más fácil. Sin embargo, es complicado pasar por alto el coste que tiene el móvil para la salud mental de los chicos y chicas.

Un estudio de la Universidad de Toronto ha detectado un aumento significativo de la angustia mental en las últimas décadas. Por este y otros motivos, necesitamos una educación explícita sobre cómo utilizar la tecnología y las redes sociales. Además, si queremos proteger a los más débiles de sus efectos más perjudiciales, debemos dejar de señalarla como un campo minado de peligros; ellos están viendo día a día que también tiene innumerables ventajas.

La tecnología más cotidiana, y de la que más abusamos, es el móvil. Porque, ¿qué pasaría si intentáramos restringirles sus dispositivos durante una semana? Varias universidades españolas lo han llevado a cabo y este ha sido el resultado.

Para una parte de los adolescentes no tener móvil supuso un alivio. La relación con su familia mejoró y tuvieron más tiempo para actividades como la lectura.

¿Y les si quitáramos el móvil a los jóvenes durante una semana? Esto es lo que ha pasado.

La Universidad de Málaga, en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Miguel Hernández de Elche, ha efectuado un interesante experimento. Se trata de una investigación pionera en toda Europa con 97 voluntarios de entre 15 y 24 años. El objetivo era conocer el impacto real del uso del móvil y las redes sociales entre los jóvenes.

Para ello, se ha llevado a cabo un seguimiento en este colectivo durante tres semanas. Durante la primera semana podían disponer de sus teléfonos todo lo que desearan. En la segunda, debían desconectar sus dispositivos por completo. Estuvieron siete días sin conexión a internet. En la última parte del experimento, podían ya utilizarlos con normalidad.

Los responsables de este trabajo de investigación buscaban varias finalidades. Uno de los propósitos era aumentar el nivel de consciencia sobre las consecuencias del uso abusivo del móvil. Otro, no menos importante, era permitir que reflexionaran sobre las fuentes que emplean para obtener información. TikTok, por ejemplo, no es precisamente una fuente fiable.

¿Cuáles fueron los resultados? ¿Les sirvió de algo a este grupo de casi 100 jóvenes prescindir por completo de internet durante ese periodo de tiempo? Lo analizamos.

“He tenido más ansiedad que cuando intento dejar de fumar”. Esto es lo que declaraban muchos jóvenes cuando no pudieron usar su móvil durante 7 días.

Estar sin móvil les generó una elevada ansiedad.

¿Qué pasaría si les quitáramos el móvil a los jóvenes durante una semana? Bien, muchos adultos nos hemos hecho esta misma pregunta. La respuesta es interesante. Lo que sienten es ansiedad e inseguridad, puesto que la idea de no poder conectarse a las redes sociales o comunicarse entre ellos les genera malestar.

El hecho de que su entono sí pueda disponer de la tecnología que ellos ansían eleva esta sensación. Las experiencias que describían eran similares a las de cualquier adicto con síndrome de abstinencia. Algunos explicaban, incluso, que necesitaban tener el móvil cerca, aun sabiendo que no tenía conexión.

Desconectar de la tecnología les permitió conectar con su familia y tener más tiempo.

Hubo algo de lo que tomaron conciencia este grupo de chicos y chicas. Se vive mejor sin teléfono móvil, pero es imposible prescindir de él. Esta idea resulta contradictoria y hasta irónica, pero es un hecho evidente que no solo los más jóvenes perciben. La población que conoció esa época en que los móviles aún no existían, por ejemplo, tampoco puede renunciar ya a esta tecnología.

De este modo, los beneficios que encontró este grupo que formó parte de la investigación, fueron los siguientes:

Pudieron pasar más tiempo en familia. Las discusiones disminuyeron y ya no había razón de pelear con los progenitores sobre el tiempo que pasan conectados. Además, pudieron ver series con sus padres sin distraerse con las notificaciones.

Fueron capaces de finalizar sus tareas académicas en menos tiempo.

Disfrutaron de las lecturas, pudiendo leer libros de manera más rápida, concentrada y relajada.
Los jóvenes admitieron que ese tiempo de abstinencia les permitió darse cuenta de la dependencia que tienen del móvil. Y no solo eso. También fueron plenamente conscientes de cómo sus dispositivos condicionan su vida.
Por otro lado, si les quitáramos el móvil a los jóvenes, también sucedería algo evidente. Sus relaciones sociales con sus iguales se resentirían. Al fin y al cabo, no podemos olvidar que sus universos sociales se tejen por esa interacción cotidiana en línea. Si falla esto, si carecen de internet, esos lazos dejan de reforzarse y ellos experimentan una elevada ansiedad y malestar.

La necesidad de una alfabetización mediática.

La edad recomendada para empezar a usar el teléfono móvil son los 16 años. Sin embargo, los niños de hoy en día vienen utilizándolos casi desde que llegan al mundo. Con 3, 4 y 5 años ya cogen los dispositivos de sus padres y con 10 ya piden su primer teléfono. Esto nos obliga a educarles en su uso desde que son muy pequeños.

Al igual que les enseñamos a leer, a cruzar la calle o un idioma extranjero, también tenemos que enseñarles a utilizar bien el teléfono. Una educación que comienza por el ejemplo.

La idea es que sean ellos quienes, desde una correcta educación y uso inteligente de la tecnología, se autorregulen en dicha utilización. El mundo va más allá de una pantalla, no todo lo que aparece en ella es verdad y la vida puede ser increíblemente enriquecedora si se combinan ambos mundos: el real y el digital.

No nos quedemos supeditados en uno solo, en ese que nos domina con sus notificaciones y scroll infinito.

 

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